En la mayoría de casos, el Urushdaur se aplicaba para alcanzar tres objetivos básicos:
No todo el mundo podía beneficiarse del Urushdaur. Tras pagar lo que le fuese requerido, el aspirante entraba como esclavo al servicio del Templo durante un período no inferior a 6 meses, durante los cuales era sometido a severas pruebas para determinar si gozaba de un «Espíritu Transportable», además de prestar durísimos servicios, que incluían la Prostitución Sagrada.
En caso de que el aspirante fuese considerado apto, durante el año siguiente sufría la denominada «inmersión», donde debía someterse a un durísimo tratamiento preparatorio de entre uno y cuatro años de duración, cuyo objeto principal es separar el Alma del cuerpo del aspirante y prepararla para su inserción en otro cuerpo. Este tratamiento incluye complejas técnicas corporales y mentales, la absoluta obediencia y entrega al dios encarnado en el Mago, y el ofrecimiento de dos sacrificios humanos, además de una serie de sacrificios económicos.
La víctima, entonces, debía ser secuestrada o atraída con engaños para que fuese al lugar específico donde el rito final tendría lugar. En condiciones ideales, este involuntario donante debía ser lo más joven posible, pero no tanto como para no poder soportar el proceso.
Los sumerios creían que en los primeros años de vida, el Espíritu aún no se ha «fijado» completamente al cuerpo y, por tanto, es más fácil separarlo. En todo caso, el Urushdaur no funcionaba en absoluto cuando el donante tenía más de 21 años, si era mujer, o más de 14, si era varón. En el extremo contrario, si la víctima era demasiado joven, moriría al sufrir los maltratos brutales, auténticas torturas de semanas de duración, necesarias para separar su Alma de su cuerpo físico. Así pues, la mayoría de estos desdichados donantes, eran niños y niñas entre los 8 y los 14 años.
Estos tormentos podían durar entre un mes y cuatro, dependiendo de la resistencia del donante a separarse de su cuerpo. Finalmente, se practicaba un prolongado ritual donde el Alma de la víctima era extraída y guardada en un recipiente, cediendo así su cuerpo al aspirante, que fallecía en el proceso. El cuerpo del aspirante era enterrado en secreto y de modo anónimo, como «No-Portador-de-Alma»; el Alma del donante debía conservarse en lugar secreto, pues si el recipiente se rompía, su Alma quedaría liberada, y volvería en forma de fantasma a reclamar su cuerpo.
Aunque no siempre salía bien la cosa. Una de las Tablillas nos revela que el Urushdaur tenía éxito «en 40 de cada 60 niños pequeños, en 30 de cada 60 niños mayores, en 25 de cada 60 adolescentes, en 12 de cada 60 jóvenes, en 3 de cada 60 personas maduras, y en 1 de cada 60 ancianos», sin dejar de lamentar que «20 de cada 60 donantes mueran debido a la dureza de las ceremonias preparatorias». Estas diferencias por edades obedecen al grado de fijación del Alma al cuerpo que, también en el aspirante, es mayor mientras más viejo se es.
En el cine de Hollywood tenemos ejemplos de urushdaur y de usurpación de cuerpos. Sin ir más lejos la archiconocida película enfocada al público adolescente (ya que es el más maleable, adolescente significa que se adolece de ciencia) Avatar. En ella vemos como en un lejano planeta un marine posee el cuerpo en este caso de un golem conservado en una probeta que le ayudará a infiltrarse entre una raza extraterrestre. En esta película tenemos el ejemplo más claro de los secretos de la cábala hebrea llevada y aplicada por los servicios de inteligencia. Ponen la realidad ante nuestros ojos y nos hacen creer que es ciencia ficción.